De repente os sorprendéis del tiempo que ha pasado desde la última vez, pero a la vez lo poco que os ha parecido, aparecen los buenos recuerdos y los malos también, pero ahora ya no parecen tan malos.
El abrazo, los roces, los besos, los ''pago yo, déjate mimar'', te sumergen en el mundo donde te sentías segura y mucho más pequeña, menos responsable y donde la iniciativa no corría de tu mano.
Respiras esa colonia, esa que has odiado respirar en los cuellos de otras personas y te das cuenta de lo mucho que os echabais de menos y de lo poco que os vais a ver. Pero en ese instante, en ese café, nada ha cambiado es el día después de aquel desastre, solo que esta vez la marea ya no ocupa toda la playa, esta vez hay arena seca y calentita donde echarse y hablar, hablar hasta que la garganta no pueda más.
Os dais cuenta de lo mucho que os echabais de menos y también de lo poco que queréis volver a veros. Pero estas son las cosas de estas fechas, los reencuentros. Luego, luego solo hace falta volver a la normalidad y cerrar los ojos.
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