En el autobús he sentido en mi piel la frase ''no sé si es que el mundo va muy despacio o yo muy deprisa''. Sentía que el día apenas había amanecido, que no se había movido y yo ya casi había terminado con lo mío.
Me desesperó el viaje a casa, hasta tal punto de plantearme bajar y quedarme sentada en la marquesina de la parada todo el día, en stand by.
Adoro los stand by, él es uno de mis favoritos. Da igual lo preocupada que esté, las de cosas que tenga que hacer, que él es mi KitKat.
Pero si, ya es la hora de la comida, solo me quedan cinco horas para poder acurrucarme en la cama, decir adiós a las estrellas y traspasar las nubes hacía un dulceeee dulceee sueño, de por lo menos, por lo menos unas seis horas.
Si no sobrevivo a este fin de semana, por favor dile a los niños que los quiero.
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