El café de los corazones rotos II
El verdadero amor no era posible hasta que me convertí en una persona real. Hasta que el destino o lo que fuera no intervino y me abrió el canal, destrozándome el alma y corazón. Solo sumida en ese torbellino de emociones, en mis horas más bajas, descubrí que la gente podía seguir amándome aunque viera mi verdadero yo. Con lado oscuro incluido.
En la etapa casi inicial de mi vida, el mundo se plegó sobre si mismo y me vi obligada a abrirme a los demás para descubrir en qué consistía el verdadero amor.
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