De un lado a otro

No hay nada, en lo que llevo rondando en esta tierra, que me cueste tanto como alcanzar el equilibrio dentro de la balanza personal.
Un equilibrio fuera, pero a la vez dentro de uno y de otro, un equilibrio de dos siempre va a ser el peor. Siempre va a dar un más y un menos, siempre hay un rígido y un flexible, un divertido, un serio; un ahorrador, un derrochador; un listo, un tonto; un positivo, un negativo; un borracho, un abstemio; un adicto, un pasivo.
¿Quién es mejor? ¿quién es peor? ¿Quién merece la pena? ¿quién de los dos se salva y va al lugar de las personas buenas? ¿quién de los dos es el inconsciente?
Las palabras repetidas sin cesar pierden valor, al fin solo son palabras, pierden el significado, no aportan nada.
Y yo estoy a punto de rendirme, de dejarlo pasar. Pasar de un lado casi extremo de la balanza al otro, sin mirar atrás. Sin que importe las consecuencias que siempre, siempre, siempre trae el mañana. Para cuando yo también sea algo vacío, con una sombra, que repita las palabras sin cesar, sin significado. Cuando las suelte porque es el momento adecuado. Cuando esas palabras no importen ni aporten ya nada.