¿Qué hacer un domingo de otoño?

Llegan los domingos y es algo inevitable, digo que llegan puesto que en el verano vivimos en un sábado casi infinito.

Pero ahora estamos en otoño, los árboles (y las mascotas) pierden sus hojas, empieza a oler a castañas en la ciudad, el granate ocupa la mayoría de los escaparates y las calefacciones de las terrazas se van encendiendo, no las de las universidades, por descontado, para qué queremos calefacción en aulas con capacidad para ciento veinte personas siendo veinte en clase, nos damos calor entre nosotros. 

Si, el otoño está aquí instalado (aunque hace ya más de medio mes desde que ha llegado en realidad) y si para vosotros los domingos son días tediosos de comidas en familia, vermuts en familia, juegos en familia y sexo en familia (todo se queda en familia), me gustaría daros algunos consejos para que en estas fechas los domingos sean menos tediosos.

Como siempre, yo no me hago cargo de los resultados finales.

Como primera opción, tenemos el mítico, típico y épico plan de dormir hasta las cinco de la tarde del lunes, después de un sábado de marcha hasta las tantas. Aunque si la sensibilidad no se estila por los poros de vuestros padres/familiares y deciden poner la lavadora que casualmente está pegando a tu habitación, pasar la aspiradora a conciencia por vuestra puerta o vuestro padre decide que es el mejor momento para jugar a lluvia de estrellas y ponerse a cantar como si fuera Hannah Montana, os recomiendo esconder la lavadora y la aspiradora el día antes. Si por el motivo que sea, esconder la lavadora se os hace muy cuesta arriba, siempre está la opción de comprar tapones para los oídos. En cuanto lo de vuestro padre, queridos, eso no tiene solución... a no ser, que el sábado lo atiborréis de bebidas frías (gintonics) y al día siguiente no pueda cantar ni las horas.

Si eso de dormir no os va como a mi, y siempre os levantáis temprano, recomiendo mucho, muchísimo descargarse juegos en el móvil, pero no cualquiera, juegos adictivos del estilo *momento SPAM* ''Where's my water?'' o ''Candy Crush''. Eso sí, reservarlos exclusivamente para los domingos in the morning de light porque sino os puede pasar que a la hora de coger el autobús, os montéis en el primero que pasa y que no os deis cuenta de que ese bus no es el que te lleva a casa hasta que has llegado a la última parada y te encuentras en el desierto de Nevada (¿si hay un desierto de arena, por qué lo llamaron Nevada?), con un hambre impresionante. No es que a mi me haya pasado... no... nunca... 

También está la opción de encender el whatsapp e intentar despertar a algún despistado que no ha quitado el sonido de su móvil. Después de esto puedes calzarte con los mejores playeros que tengas en casa, porque vas a tener que correr, y mucho, si quieres salvar la vida.

Otra idea, puede ser dedicarse los domingos a uno mismo, ducharse en profundidad, depilarse en profundidad, utilizar todos los potingues (en profundidad) que se supone que has de usar diariamente, a la vez ese domingo a ver si eso convalida. En conclusión hacer limpieza (en profundidad) de uno mismo. Los domingos pueden ser aquellos días en los que te des cuenta de que has perdido una de las dos cejas y ahora tienes una monoceja (si te pasa, no te asustes, tan solo tienes que ¡depilarte las malditas cejas!, lo siento es una manía).

Si la última opción os la bufa (¡me encanta esa palabra!) y no tenéis pareja o parejo, con quién estar en el banco de un parque manoseándose a menos veinte grados centígrados, quedad con amigos también solteros a tomar cervezas y lo que surja, como si fuera sábado otra vez. Jugad al monopoli, a las cartas, a hacer vídeos de youtube...

Si hacer amigos no es lo vuestro o estos están ocupados o los habéis perdido por hacer trampas en el monopoli el domingo pasado, siempre os queda el plan de siesta, mantita y series compradas legalmente en tienda (seriesly). Si nada de esto funciona, siempre podéis abriros un blog...

Espero que este tutorial os haya servido de algo, y si no es así, es que no le habéis puesto el empeño necesario. Quiero aclarar que no he dicho nada de hacer ejercicio un domingo, porque el lunes ya me parece lo suficientemente cruel como para empeorar las cosas un día antes. Así que sin más me despido, y recordad:

 ¡Vivan los domingos y domingas libres!