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¿A dónde van los muertos? A la cama.

Y esto era una muchacha buena que nunca tenía tiempo de ordenar su habitación, libros por aquí, zapatos por allá, los restos de su último pez por aquí y por allá. Nunca había tiempo, nunca tenía tiempo, solo dormía puesto que era lo único que se le daba bien, los amigos dejaron de llamarla y la familia de amarla, la comida ya no se presentaba en su puerta, solo quería dormir. 
Un buen día mientras se comía un cacahuete, después de haberlo pescado en el mar de zapatos, este se cayó y desapareció rodando por debajo de la cama. Solo dejó su piel a los pies de la muchacha. ¿Qué hay debajo de la cama? ¿es ahí donde se acumulan las pesadillas?.


La curiosidad despertó a esta adormilada muchacha, hasta los restos del pez se sorprendieron de este irrepetible suceso, los ojos verdes de la no tan vieja joven se abrieron por fin. Se agachó, se impulsó contra las montañas nevadas de ropa y empujó la cama. Esta no cedió. Tras utilizar de palanca las costillas de su último amigo imaginario, consiguió ver lo que había debajo de la misteriosa cama. Era un agujero negro. Sin dudar, la muchacha se perdió en él.


Al contrario del cuento de Alicia en el país de las maravillas, nuestra muchacha no apareció en un bosque, ni si quiera se encontró con el gusano que fumaba de la cachimba. No, nuestra muchacha apareció en la oscuridad, ahí estaba todo el polvo de sus antepasados, envoltorios de chicles de hierba buena, alguna que otra carta de amor con también sus correspondientes envoltorios, cuadrados y plateados, una familia de cacahuetes que se había mezclado con algún conguito de chocolate y andaban bailando la conga. Una manta rosa. La manta que la arropaba todas las noches y tardes, de lunes a domingo, de enero a diciembre, aquella que proporcionaba calor los días fríos y frescura los calientes, una manta rosa infancia. Esta manta se acercaba a ella, la miraba con ojos de alegría, quería abrazarla, quería consolarla. Y la abrazó, casi demasiado, casi para siempre. Y nuestra muchacha al fin fue feliz, consiguió lo que quería. Dormir para siempre.




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