Ave María, la peluquería

Hace poco he ido a la peluquería. Dije que quería el pelo largo y estuve tres años sin pisar una.Yo avisé. 

Creo que todas, en femenino sobretodo, tenemos un pequeño/gran trauma con estas personas (que sin querer ser dramática) te pueden arruinar la vida en dos cortes de tijera. Pensareis que soy tonta por pensar esto pero un mínimo cambio en el cabello puede hacer de ti una persona totalmente diferente. Puede que ni tu abuela te reconozca después de haber pisado una peluquería.

Necesitas ser amiga de la peluquera o sino tu vida se ha acabado. Pero para ser amiga has de haber ido mucho y continuamente, no valen las peluqueras de cuando tenias tres años, aquellas que cortaban el pelo con forma de champiñón. Pero, ¡a ver quién se arriesga a innovar! 
Por ello yo os quiero dar unos pequeños consejos para poder solucionar de la forma más pacífica posible este problema (cortar el cuello de tu peluquera con las tijeras está muy  mal visto). 
Los resultados pueden variar. No se hace responsable de ellos la propietaria de este magnífico blog.

Dar con la peluquería adecuada es todo un trabajo de investigación. Ha de tener las tres características más básicas:

Precio, ha de ser razonable y asequible para que no sientas que te están estafando. Al fin y al cabo les estás dando pelo gratis, todos sabemos que el pelo que barren va para los maniquíes de las academias de peluquería.

Localización, se ha de encontrar relativamente cerca, si te gastas más en el traslado que en el propio corte, no estás llevando a cabo una decisión muy acertada.

Y por último y la más importante: el corte. Todos nos quejamos de las peluqueras que cuando les pedimos un corte mínimo en las puntas del cabello, prácticamente nos pelan, pero a mí, me fastidia más aquellas que realizan un corte que no es corte, yo lo he denominado: el "Corte Fantasma".

Si, las que te cortan el pelo o eso dicen. Cierto es, que por el suelo se ve mucho mucho mucho, una cantidad descomunal, pelo. Tanto que parece que han rapado a tres leones. Tengo la firme creencia de que por eso encasquetan las revistas, para despistar y así cuando estés leyendo un artículo que te interesa, ellas tiran al suelo el pelo (de león) que tenían guardado en el bolsillo de la bata. Cómo explicáis sino que las revistas sean siempre de ese mismo mes. En el dentista eso no pasa, los dientes te los quitan y eso se nota, no necesitan distraerte con revistas actuales.

Después de realizar el corte, lo que más me preocupa es, ¿cómo me van a peinar?. He ido a muchas peluquerías (hace tres años, claro) y he tenido experiencias de todo tipo.

Están aquellas peluquerías que se abrieron en los años cincuenta, pero del siglo XIX, que han pasado de generación en generación, pero no sus peinados. En esas los rulos nunca pasan de moda. También están aquellas que te llenan el pelo de cardados y tirabuzones. Y no, los tirabuzones no quedan bien a ninguna edad. Ni en la comunión ni en noche vieja, aun menos, en tu propia boda. Luego también aparecen en combate las del "estilo natural", vamos que te cobran el peinar por no peinar. Te secan un poco el pelo con un secador que parece que han sacado de la tele-tienda, debido a que se llama secaplus-2000. Te cuelgan cabeza abajo y ya está, pa' casa.

Por ello, una vez que encuentras la peluquería perfecta sientes que te ha tocado la lotería. Ese día bailas por la calle, no te importa que el café haya subido veinte céntimos más o que empiece a llover. Cada mujer tiene la suya y seguramente cambiarían antes a sus hijos que a su peluquera.

Yo, también he encontrado la mía, me encantan las manos de esa mujer, es una artista, una diva, una diosa, y como no podía ser de otra forma: está en la otra punta de la ciudad, es cara y a penas me ha cortado las puntas.

Posdata: disculpen si alguna peluquera se ha sentido ofendida por esta publicación. Ninguna profesional del peinado ha sido dañada intencionalmente en la creación de esta entrada.